EL CUECHE
El Arco iris fue el símbolo de paz entre Dios y el hombre según reza la Sagrada Biblia, pero en nuestra región y en otras del sur occidente patrio y norte del estado vecino; fue siempre parodia del demonio, era un ser maligno con los animales y la gente, más aún con los niños a quienes perseguía hasta las calles del poblado.
Todos sabemos que al mezclarse la llovizna con los rayos solares en una atmósfera tibia pletórica de oxígeno, se nos presenta el bello arco iris, fenómeno natural digno de admiración, gigantesco unas veces pero en otras oportunidades se presenta un sector por acá y otro por allá; entonces es cuando nuestros nativos le dieron el nombre de Cueche, le pusieron cabeza, ojos, cuernos, boca y movimiento infernal, peligroso, decían que persigue principalmente a las mujeres embarazadas para que sus criaturas resulten lisiadas o a los animales domésticos cuando estos pertenecían a gentes de poca fe, produciéndoles llegas en el espinazo, en las extremidades, en la cabeza llagas que cada día eran más profundas y visiblesque llegaban a producir la muerte.
Generalmente en un sector denominado El Salto, que era un hueco, una depresión geográfica, aparecía el Cueche; tanto como por el cañón de la quebrada La Ruidosa y subía poco a poco al cielo despejado y lleno de ozono donde se lo miraba desde cualquier sector del pueblo; entonces las gentes se recogían en sus casas se protegían en cuevas, bajo un árbol, generalmente beatos y beatas corrían a la iglesia para que el páramo que producía la atmósfera preñada de energía les caiga y les haga daño. Nosotros, los niños sabíamos que el Cueche tenía cabeza de toro, unas veces pintada de negro y blanco, otras colorada; éste era el más bravo o sea el que más daño hacía. La llovizna que caía era el líquido fatal que producía el daño. A un niño le cayó en su cabello y dijeron que quedó pelado para siempre, a otro le cayó en la cara y se la desfiguró tanto que él mismo era un espanto. A donjuán Antonio le salió el Cueche cuando retornaba borracho a su rancho; el viejo tenía los ojos tan azules que parecían piedras preciosas incrustadas en las arrugas de su cara; pero cuando miró al Cueche se le volvieron negros y fosforescentes como los ojos de un buey en la mitad de la noche oscura.
Cuando murió dicen que el Cueche vino a dejarle sus ojos y se llevó los de él. Patológicamente parece que la gente se hizo daño con el Cueche porque al creer que algo le iba a pasar cuando le caía la llovizna o “miado” del Cueche, no tardaba en pasarle.
Una mujer se llenó de una bubas o como comúnmente les decían chandas” en todo su rostro y le perduraron hasta la muerte; su madre decía que la “mió El Cueche”.
A los campesinos se les morían los animales con males incurable producidos por el Cueche, a otros se les enfermaba la mujer con fiebres terminales y males desconocidos que se los atribuían al Cueche.
El Cueche fue un tirano, un demonio capaz de producir enfermedades incurables en niños, ancianos, mujeres y hombres; más aún cuando una mujer estaba en estado «interesante», embarazada, su hijo podía salir un fenómeno o un bastardo.
El Cueche pues paseó por todas las calles del pueblo, entró a las escuelas, a la Iglesia como cosa contradictoria, a la evangelización de doña Emma; al colegio del hermano Geminiano, a todas partes, pero de todas partes había que echarlo quemando incienso, o ramo conjurado en la misa de resurrección, amarrando en la puerta de la casa una cruz patas arriba o sea la de San Pedro que era el único que lo derrotaba.