LOS APARATOS REPRODUCTORES

Animales indestructibles

Fuera del reino animal, aunque incluidos durante mucho tiempo dentro de él, los protozoos carecen de aparato reproductor. La reproducción sexual, como en este caso de dos ciliados, se realiza simplemente por fusión de la zona en contacto de la membrana celular y el intercambio a través de este puente citoplasmático del material genético. El proceso recibe el nombre de conjugación.
Si desmenuzamos una esponja hasta convertirla en un montón de polvo o partimos una pequeña hidra de agua en tantos trozos como queramos, al cabo de un tiempo, cada una de esas porciones habrá dado lugar a un nuevo individuo completo. Lo que ha sucedido es un proceso de reproducción vegetativa, ampliamente extendido en el reino vegetal, pero que entre los animales sólo se presenta en los grupos inferiores. En los restantes esta capacidad de regeneración queda limitada a algunos aspectos parciales. Así, si cortamos la cola de una lagartija, probablemente regenerará otra, aunque quizá no tan perfecta como la original.

La reproducción sexual


El aparato digestivo de un gran herbívoro sirve de ejemplo del elevado grado de complejidad que puede alcanzar este sistema en los vertebrados superiores. El estómago se convierte aquí en el principal elemento, dividiéndose en este caso en cuatro cámaras para realizar un laborioso tratamiento de la hierba ingerida, previamente desmenuzada en la boca con ayuda de los dientes. En el intestino se absorben los elementos útiles producidos en este proceso.
Es la forma habitual en que los animales se reproducen. Es un método que encontramos también entre los vegetales y otros seres. En principio, se trata siempre del mismo proceso: la fusión de dos pequeñas células, una masculina y otra femenina, que dan lugar a una nueva, el cigoto, el cual se desarrolla y origina un nuevo individuo. Sin embargo, la manera de conseguirlo varía mucho a lo largo de la escala zoológica.

Una gran variedad para un mismo fin

Los dos elementos básicos de cualquier aparato reproductor son los ovarios, que producen óvulos, o células sexuales femeninas, y los testículos, donde se fabrican los espermatozoides, o células sexuales masculinas. El problema radica en lograr que ambos tipos de células puedan fusionarse. Muchos animales confían en el azar y producen ingentes cantidades de óvulos y espermatozoides que sueltan libremente. Se trata siempre de especies acuáticas. Lo vemos tanto entre los invertebrados como en los vertebrados, como por ejemplo las sardinas. Se da igualmente entre los parásitos internos, que sólo así tienen la posibilidad de perpetuarse. Otros han optado por llevar directamente unas Células en contacto con las otras. Se trata en su mayoría de animales de ambientes terrestres, un medio que no facilita la unión al azar de los gametos. En estos casos es frecuente que los machos dispongan de una estructura especial para dejar sus espermatozoides en el interior del cuerpo de la hembra; por lo general se trata de un pene que ha de introducirse en la vagina de la hembra (como es el caso de les mamíferos), aunque en algunos invertebrados adopta la forma de punzón que los inyecta directamente a través de la pared del cuerpo.


En los mamíferos, el aparato reproductor experimenta una progresiva especialización hacia la fecundación interna. Así como entre los monotremas existe todavía una cloaca, entre los restantes grupos los conductos seminales tienen ya una salida independiente.
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