LOS ANFIBIOS Y SUS CARACTERÍSTICAS


Los órganos internos de esta rana nos muestran que todavía no han alcanzado la plena eficacia que requiere el medio terrestre. La pequeñez de los pulmones se ve compensada por la capacidad de respirar a través de la piel, algo que sólo es posible si ésta no se ha cubierto todavía de una estructura impermeable. Por otro lado, el corazón no aparece aún dividido claramente en cuatro cámaras, por lo que la sangre venosa y la arterial se mezclan. Esto limita las capacidades fisiológicas del animal.

LOS PRIMEROS EN DAR EL GRAN SALTO

El paso de la vida acuática a la vida terrestre no es sólo cuestión de formas, de dotarse de patas en lugar de aletas, sino que supone un cambio radical en el modo de resolver la supervivencia.
En tierra firme la gravedad actúa en su plenitud y no existe la fuerza de sustentación que en el agua aligera los cuerpos. Por consiguiente, hay que aumentar la fuerza de la musculatura, algo que exige un mayor consumo energético. 
Además, los cambios de temperatura son mucho más bruscos y el aire puede desecar por completo al animal.
Los actuales peces pulmonados son los descendientes de algunos de los ensayos que hizo la evolución para intentar la conquista de la tierra firme y probablemente son parecidos a los primeros anfibios. 
La adquisición de las cuatro extremidades les permite desplazarse por el suelo, aunque todavía no levanten el cuerpo. Ya respiran mediante pulmones, pero todavía siguen dependiendo del medio acuático, principalmente para la reproducción. 

LA ESCALERA DEL CAMBIO: Cada escalón permite construir otro


Las salamandras no emiten los sonoros cantos de las ranas en la época nupcial, pero se visten de llamativos colores. Durante la cópula, realizada en el curso de un largo abrazo, el macho deposita en el suelo un paquete lleno de espermatozoides y la hembra lo introduce en su cloaca.
Así ha actuado siempre la evolución, pero tal vez en los anfibios ha dejado una huella más clara, al tratarse de un cambio tan radical como el paso del medio acuático al terrestre. 
Los sentidos que funcionan perfectamente en el agua no siempre son de utilidad al aire libre, y el anfibio ha de dotarse de nuevos órganos sensoriales o modificar los ya existentes.
El sentido del tacto está por lo general bien desarrollado. El del oído depende de si la especie es capaz o no de emitir sonidos, algo lógico pues si las ranas fueran sordas de poco les valdría emitir su canto durante la época nupcial.
Los anfibios cavernícolas apenas tienen desarrollado el sentido de la vista y entre las especies acuáticas el olfato adquiere gran importancia. 
También varía el alimento disponible y en el tubo digestivo se generaliza la presencia de glándulas secretoras, por ejemplo las gástricas, que no todos los peces poseen.

LA METAMORFOSIS: Una solución ante un dilema

Puesto que surgieron en ambientes donde el agua y la tierra se entremezclaban, la solución ecológicamente más rentable era la de aprovechar ambos medios y, al no poder tener al mismo tiempo dos tipos de órganos y utilizarlos según la ocasión, la selección natural favoreció hacerlo por etapas: primero serían animales acuáticos, después terrestres.
Cuando la rana pone los huevos en el agua, se inicia la primera fase. El renacuajo nace, allí vive y se va desarrollando con aspecto de alevín de pez, respirando mediante branquias. Un día se desprende de ellas y comienza a respirar el aire atmosférico, iniciando su fase adulta.


El desarrollo de un anfibio típico comprende dos fases principales de vida completamente distinta, terrestre una de ellas y acuática la otra. El macho representa la primera de ellas, pero ha de volver al agua cuando va a realizar la puesta. 

Con la eclosión de los huevos se inicia la fase acuática, representada por los renacuajos. La metamorfosis, un cambio completo de la forma, permite el paso de una fase a otra. En otras especies, como las salamandras, este cambio no es tan marcado.
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